Devoción de Cristo Mártir

«Yo os he dado el ejemplo, para que vosotros hagáis también como yo he hecho» (Jn, XIII, 15)


El martirio, entendido según su estricta significación etimológica [testimonio], no se conoció antes del cristianismo.
«Vosotros -dijo Jesús- seréis testigos (mártires) de estas cosas» (Lc 24,48).
«Vosotros seréis mis testigos en Jerusalén, Judea y Samaría, hasta los últimos confines de la tierra» (Hch 1,8).
Y los Apóstoles aceptan esta misión con todas sus consecuencias.
Durante su vida temporal, Jesucristo es mártir permanente de Dios en el mundo. Él es «el Testigo (mártir) veraz y fidedigno» (Ap 1,5; 3,14). Él es mártir no solo en cuanto testigo continuo de la verdad de Dios, es decir, como profeta, sino también lo es durante toda su vida en el sentido doloroso que este término tiene en la tradición cristiana. En efecto, durante toda su vida en la tierra, Cristo avanza consciente, libre y amorosamente hacia la Cruz. Toda su vida es, pues, un grandioso via crucis, que se consuma en el Calvario, en la Cruz sagrada.

Santa Teresa de Jesús: quien de verdad comienza a servir al Señor, lo menos que le puede ofrecer es la vida

San Agustín: «los que siguen a Cristo más de cerca son aquellos que luchan por la verdad hasta la muerte»

Santo Tomás: «mártires significa testigos, pues con sus tormentos dan testimonio de la verdad hasta morir por ella... Y tal verdad es la verdad de la fe. Por eso la fe es la causa de todo martirio»

De la oración de Santa Brígida a Cristo Mártir: «Honor por siempre a ti, mi Señor Jesucristo, que enviaste el Espíritu Santo a los corazones de los discípulos y aumentaste en sus almas el inmenso amor divino».
Santa Teresita en una Poesía:

«Tu amor es mi martirio, mi único martirio.
Cuanto más él se enciende en mis entrañas,
tanto más mis entrañas te desean...
¡¡¡Jesús, haz que yo muera
de amor por ti!!!»
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CM

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